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Sábado, 28 Febrero 2015 00:52

Los pastelitos que perdieron a "La Tuta"

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De Servando Gómez Martínez, alias La Tuta, el narcotraficante más buscado de México, se sabían muchas cosas. Que le gustaba el tarot, que adoraba las cámaras o que no tenía empacho en ordenar la muerte de quien interfería en sus planes.

 

Lo que no se conocía era su amor casi infantil por los cumpleaños y los pastelitos. Una pasión que el pasado 6 de febrero, fecha de su 49 aniversario, le condujo a su perdición. La entrega aquel día clave, en una casa vigilada, de los bollos y refrescos encendió todas las alarmas de los agentes que seguían los pasos al círculo más próximo de La Tuta.

A partir de ese inocente regalo, se estrechó el cerco que se había iniciado en septiembre pasado con la identificación del emisario personal del narcotraficante. Con estas pistas, a la policía le bastó tirar del hilo para acabar irrumpiendo en la madrugada del viernes en el número 49 de la calle de Prudencio Juárez, en Morelia, la capital de Michoacán. Allí fue detenido Servando Gómez, líder de los Caballeros Templarios, cuando pretendía emprender la huida camuflado bajo una gorra y una bufanda. Ni hizo falta dar un tiro.

En septiembre de 2014 se logró identificar a una persona de su máxima confianza, que fungía como mensajero y enviaba las instrucciones a los distintos jefes locales de los lugares en los que Gómez Martínez mantenía algún tipo de actividad delictiva".

En noviembre se confirmó que dicho mensajero residía en Morelia, capital del estafo de Michoacán, y que tenía gran movilidad en esa ciudad.

De esta manera se lograron ubicar diez lugares en Morelia, a los que se puso bajo permanente vigilancia. Se lograron "identificar vehículos, personas y modus operandi de su grupo de seguridad".

El 2 de febrero, se vio al mensajero ingresando al número 49 de la calle Fidencio Juárez de Morelia, donde finalmente ocurrió la detención

La captura

La madrugada de este viernes -sigue el relato de Monte Alejandro Rubido- las células de vigilancia registraron movimientos en los alrededores de la mencionada vivienda.

"El grupo delictivo aumentó la seguridad, instalando vehículos en los accesos a dicho punto", reveló el Comisionado de Seguridad Nacional.

La madrugada del viernes 27 de febrero, las células de vigilancia registraron movimientos en los alrededores de la mencionada vivienda.

"El grupo delictivo aumentó la seguridad, instalando vehículos en los accesos a dicho punto", reveló el Comisionado de Seguridad Nacional.

"Se alertó entonces al grupo de operaciones especiales, quienes lograron la detención de Servando Gómez en el momento en que salía del inmueble portando una gorra y una bufanda con las que intentaba disimular su identidad".

Durante el operativo, han reiterado las autoridades, no se disparó un solo tiro. Al lado de La Tuta se detuvo a ocho personas, entre ellas una mujer de 27 años de edad.

Además, se decomisaron varios vehículos, un lanzagranadas con tres granadas de fragmentación, cuatro armas largas, una ametralladora Uzi y siete armas cortas.

Al mismo tiempo, en Mérida, capital del estados de Yucatán, se detuvo a Flavio Gómez Martínez, de 43 años, hermano de La Tuta y encargado de administrar los recursos familiares.

Las personas arrestadas junto al líder de los Templarios fueron conducidas a dependencia de la PGR para continuar los interrogatorios.

La Tuta, por su parte, pasará la primera noche de su captura en una prisión de máxima seguridad.

Fue un recorrido breve, de apenas 50 metros. Desde la furgoneta blindada hasta el helicóptero azul de la Policía Federal. Pero a veces, el destino se retrata en un espacio mínimo, en un gesto. Eso ocurrió cuando Servando Gómez, cabizbajo y escoltado por dos policías encapuchados, intentó erguir la cabeza al pasar ante el pelotón de periodistas que hacían guardia para fotografiarle. El incipiente movimiento de La Tuta, apenas perceptible, fue sofocado con firmeza por la mano enguantada que le agarraba la nuca. Como una fiera domeñada, el narcotraficante más buscado de México, el hombre que durante años decidió sobre la vida y la muerte en Michoacán, tuvo que resignarse a doblar la cerviz y hundir sus ojos en el suelo. Ya no volvió a intentarlo. Pocos pasos después fue subido al helicóptero. Los rotores se pusieron en marcha. Una ráfaga de aire le despidió. Voló hacia un penal de alta seguridad. Su nuevo destino.

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