Incluso, algunos de ellos han expresado entre sus razones para mudarse a México, una “sobrepoblación” de pedigüeños en este lado de la frontera.
A pesar de que ninguna de las autoridades de ambos países llevan un registro sobre el número de estadounidenses en situación de calle al otro lado de la frontera, los testimonios de ellos mismos y de algunas instituciones que dan apoyo a indigentes estiman que a partir del 2012 los números se han duplicado.
“Tony”, un estadounidense nacido en Nebraska y quien hasta hace dos años se buscaba la vida en El Paso, se encuentra “atorado” en Ciudad Juárez por una deuda.
“Me vine primero porque me gusta más la gente y la comida de Juárez que en Estados Unidos, pero ahora ya no me puedo ir. Le debo a una gente como 9 mil pesos de préstamos que me hicieron y ahora tengo que pedir en las calles para pagarles”, cuenta Tony.
El hombre de 60 años de edad vive en un pequeño cuarto sin servicios por el que le cobran mil 500 pesos mensuales de renta, pero gran parte de sus días los pasa en el crucero de la Avenida Insurgentes y Costa Rica pidiendo dinero “para dos burritos”.
Dice que al día gana alrededor de 200 pesos, y que además recibe una pensión para discapacitados desde Estados Unidos. “Pero esa me la quita esa otra gente para la renta, además me cobran en dólares, no quieren pesos mexicanos”.
Con el dinero que obtiene de las limosnas paga el resto de la renta y además compra comida y ropa. “Ahora con este invierno tuve que comprar unas chamarras viejas, porque no hay ni gas para el calentón”, dice.
Lo que hace Tony es similar a lo de Martin, otro hombre viejo que vive unas calles más adelante, sobre la Saltillo y Municipio Libre, y quien se dedica a pedir dinero “para comer” en una tienda de abarrotes cercana.
El anciano, con dejos de demencia, afirma venir de Virginia. El año pasado aún estaba en este lado de la frontera, pero la “sobre población” de pedigüeños y la calidad de vida aquí le dificultaron subsistir.
“Allá (en El Paso) todo mundo pide, hasta los que no necesitan, se sientan con un cartoncito a pedir dinero y en cada esquina hay uno. Además las rentas son para locos, nadie puede pagar eso”, comenta.
Hasta el año pasado, El Paso registraba un importante aumento de indigentes por las razones de la crisis económica y la violencia en México, muchos de ellos, de hecho, mexicanos.
De acuerdo a Ray Tullius, director del Centro de Oportunidades para Indigentes en El Paso, dice que el número de personas sin hogar se incrementó hasta en un 20 por ciento.
Pero recientemente, obedeciendo a un descenso en la violencia en Ciudad Juárez, no solo los nacionales mexicanos regresaron a su país, sino que con ellos, un gran número de estadounidenses cruzó la frontera para intentar subsistir allá.
En el crucero juarense de la Avenida Plutarco Elías Calles y Bulevar Juan Pablo II se instala un joven estadounidense que hace malabares para ganarse la vida. El hombre de 25 años resalta entre el resto de los sin hogar que en su mayoría son ancianos retirados, e incluso sus motivaciones son distintas.
Peter, salió del norte de Estados Unidos desde que dejó su carrera de antropología y se dirigió al sur. Dice que Juárez le ha sentado bien desde que llegó, hace dos meses, y que busca recorrer el mundo.
“Pensé que no era el momento de estudiar, era el momento de ver el mundo y viajar, así que tomé mi mochila y vine para acá”, relata.
Durante el 2012, en todo el Condado de El Paso se registró un aumento de 160 nuevos inquilinos haciendo uso de los refugios destinados para la ayuda social y que se suman a los un mil 320 llamados homeless que se contaban en 2011.
Esta alza es la más alta registrada en los últimos 10 años, desde que en 2003 se contabilizaron un mil 57 personas viviendo en las calles o refugios de la ciudad, es decir, 94 personas más que en 2002.
El Diario