Una especie de “geografía es destino” que tal vez suscribiría gustoso un Hipólito Taine mestizo (¿quizás José Vasconcelos?), y que Clemente Orozco Valladares, casi nonagenario hijo del zapotlense de “los pinceles violentos” (Juan José Arreola dixit) refiere como explicación de la obra milagrosa de su progenitor, que habita en tres de los principales monumentos de Guadalajara.
La claridad natural no es común en los recintos donde ha triunfado la técnica, como el norte de Europa, añade. “El arte necesita luz, que para nosotros es algo cotidiano; pero si va usted en septiembre a Suecia ahí verá la penumbra, seis meses en que apenas hay alguna claridad, pero cuál Sol; son culturas que propician lo gregario, por eso aprovechar lo poquito de luz que hay al mediodía para juntar leña, deshuesar, comer y platicar qué es lo que van a hacer al siguiente día para sobrevivir” –qué rotundidad más herética: cómo olvidar que se refiere a la tierra de Rembrandt, de Durero, de Rubens, de Munch y de Turner-.
Así, “los genios en el arte los da la zona peritropical [sic], pero los ignora por completo la población, no tiene conocimientos; en la antigüedad le servían a las castas en el poder, a los sacerdotes, que eran los que se aprovechaban de los artífices que construían las pirámides, los centros ceremoniales; lo triste es que la cultura sigue y llega hasta la médula de los huesos de las personas, [pero] los de la zona templada todavía acarrean su riqueza…”.
Clemente Humberto Ángel es el mayor de los tres hijos que Clemente Orozco tuvo con la veracruzana Margarita Valladares, con quien se casó en 1923. Además de convivir con su padre durante 25 años –hasta la muerte del maestro en 1949-, ostenta los derechos de una buena parte del legado, en especial, la obra de la segunda etapa mexicana del pintor, considerada por la crítica como la culminación: los murales del paraninfo de la rectoría de la UdeG y su hombre pentafásico; el espléndido dicterium contra las dictaduras de la escalinata de palacio de gobierno, con un Hidalgo que “es un titán” en lucha contra los fanatismos, y los 54 frescos de la capilla Tolsá del Hospicio Cabañas (hoy Instituto Cultural Cabañas), con el hombre de fuego que para el hijo –cuestión de formación- es el plasma, el cuarto estado de la materia; esto es, una apoteosis de la energía.
Su crítica al papel de las instituciones culturales de la ciudad, que piensa no resguardan como es debido la obra y no promueven su conocimiento sobre todo entre el pueblo, lo ha llevado a entablar un reclamo por cuestión de derechos de autor. El 22 de enero de este año, los abogados Alberto Martín Ponce y Moisés Osorio Salcedo presentaron una solicitud de “procedimiento de avenencia” ante el Instituto Mexicano del Derecho de Autor, que quedó registrado bajo el folio 0140/13. El reclamante exhibe constancias de tener los derechos de la obra de la cúpula del Cabañas “y 53 tableros” (registro 03-2000-033114253800-01) y arguye que desde la muerte del pintor “no han pasado los 100 para que los derechos patrimoniales se extingan y pasen a ser de dominio público”.
De tal modo, ejerce acciones legales “en contra de quien o quienes vulneren los derechos que le confiere la ley”, según el texto de la demanda, cuya copia entregó a MILENIO JALISCO.
Esto, debido a que “en las instalaciones del ICC […] el patronato de dicho instituto realiza la explotación de las obras […] causándole detrimento en sus derechos toda vez que la contraparte no realiza el pago de las regalías correspondientes a dicha explotación”. Son 45 pesos por boleto; ingresan alrededor de 150 mil personas por año al ICC, que tiene la designación de Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO. Alrededor de 100 mil pagan boleto.
No se trata de ir por el dinero, se justifica Orozco Valladares. “La gente todavía no entiende, no ha estudiado geografía o antropología, desgraciadamente es muy ignorante […] genio es alguien que tiene una capacidad excepcional, un carácter; que tiene experiencia, y que produce piezas únicas, desde el punto de vista humano; que se ha labrado un mito, un estilo que copian todos […] una tela de Orozco vale más de un millón de dólares, cuánto puede valer, por ejemplo, la universidad, y eso es totalmente invisible para el rector, para los profesores, como si no existiera, gente que no tuviera ninguna instrucción, lo ve pero no siente nada porque no entiende nada….”.
- Entonces, ¿su inquietud nace de que no se valora ni se promueve la obra de su padre?
- Que no se le entiende, y si en la Ciudad de México que es el centro del país no hay nadie capaz, qué puede pasar en Jalisco o en Guadalajara; es peor.
- ¿Cómo ve el estado físico de la obra del maestro en esta ciudad?
- Pues está más o menos conservada, aunque ya hay filtraciones en palacio de gobierno y en la cámara de diputados [sic].
Mejor no aludir a ese Hidalgo con la enorme tea ardiente que parece incendiar el palacio del siglo XVIII, porque el químico lanzará una invectiva contra quienes piensan que es el cura histórico que comenzó la gesta independiente. De hecho, no le gustan mucho los curas, en general las religiones institucionales. Se define como “agnóstico” aunque lo acusan de ateo, será que la gente no distingue las sutiles pero esenciales diferencias entre los dos términos.
“Lo que el clero explota es la angustia existencial; mira hijo, vas a morir, ¿crees en la existencia de un ser superior?, pues ya te salvaste y no te pasará nada; y lo mismo es con los chamanes, con las ideas establecidas o institucionales, es lo que alego […] siempre ha habido el sinvergüenza, el ventajoso o la prostitución en el mundo: alguien que se aproveche de los más débiles […] en el Cabañas esquilman a la pobre gente, cobrarles en 75 años por algo que ni siquiera es de ellos, y que contraviene su pensamiento [de Clemente Orozco], de que la pintura mural era para todos”.
- Usted específicamente qué plantea, ¿que sea de acceso gratuito?
- Que ese cobro es indebido; la familia nunca pensó en cobrar ni cinco centavos, porque era un hospicio, y se suponía que algo iba a parar a los huérfanos, ancianos, desvalidos, pero luego el gobierno echa a los niños y ancianos, le quita esa función al hospicio, y lo convierte en un instituto que ni es instituto, ni es cultural…
Orozco Valladares hace una especie de manifiesto político que algo tiene de anarquista y algo de despotismo ilustrado. La democracia es engañabobos y el poder siempre explota. Lo deseable es crear una comisión de notables que gobierne al país con sabiduría basada en la ciencia y el saber. Luego señala que su proyecto, con base en la obra del muralista, es que Guadalajara se haga una capital cultural verdadera –cómo olvidar la Olinka que pregonaba el tapatío Dr Atl, que algún tiempo asombró a su padre, en los años de formación-. Pero Orozco Valladares es realista, la vida se irá en algún momento.
“Esta es la última batalla que pienso dar, porque no es un asunto personal ni de broma, tengo ya muchos años y el dinero para qué lo quiero, si he logrado vivir ya casi 90 años. Quiero prestigiar a México y reconocer plenamente a Orozco, un genio que no se da así como así, que nace cada mil años…”.
LOS DERECHOS DE LA OBRA SON DE JALISCO, RESPONDE EL ICC
-El apoderado legal del Instituto Cultural Cabañas, Eduardo Zamarripa Cruz, contestó a la petición del heredero de Clemente Orozco con un rotundo no, fundado en dictámenes de expertos y en no reconocerle el carácter de titular de los derechos de autor, según el texto de la contestación que entregó al Instituto Nacional de Derechos de Autor.
Su argumento es simple: los murales fueron pagados al artista por el gobierno de Jalisco, y éste es titular de los derechos. “En virtud de lo anterior, el ICC puede, a discreción y sin necesidad de solicitar licencias o pagar regalías, llevar a cabo la reproducción de la obra, exhibirla, catalogarla, reproducirla para salvaguardarla, ponerla a disposición de académicos e investigadores”; y el hecho de estar disponibles en lugar público haría innecesaria la autorización del titular.
“Queremos hacer de su conocimiento que el ahora quejoso […] ha pretendido mínimo desde el año 2008 obtener regalías que pretende sin derecho”, lo que motivó contratar un dictamen al experto Guillermo Martínez Cons, quien confirmó su inviabilidad.
La defensa de Clemente Orozco Valladares ya prepara un reclamo formal ante las instancias judiciales.
Agustin del Castillo, Milenio