Por: Jorge Covarrubias
01 de octubre del 2012. La mejor cualidad que vi en él es su habilidad para tocar la armónica y su vasto conocimiento como fanático del jazz; pero como político, Héctor Vielma Ordóñez ha sido un desastre hasta para su propio partido.
Cerril, autoritario, opaco, berrinchudo. El acalde zapopano encarna muy bien el estereotipo del empresario mandón y fanfarrón que abre la chequera para cumplir sus deseos. No en vano se ganó a pulso el mote de Zapopis entre la población que conoció muy de cerca sus arrebatos de ira.
Vielma confundió la administración pública con el manejo de su empresa televisora y derrochó a raudales dinero que no era suyo.
En mis casi diez años como reportero jamás había topado con un tipo tan obsesivo con el cuidado de su imagen. Es cierto que todos los políticos en buena medida buscan la protección de su figura en lo que algunos asesores han dado por calificar como “situaciones de riesgo”. El eufemismo es claro, sabemos que se refieren a la ventilación de escándalos y actos de corrupción en medios de comunicación.
Reportear en Zapopan
Los reporteros que cubrimos Zapopan en la presente administración nos enfrentamos a un bloqueo sistemático en el flujo de información. Era común que las solicitudes de entrevista tardaran semanas o no llegaran nunca cuando se trataba de asuntos espinosos para la administración. En el mejor de los casos, la Dirección de Comunicación Social redactaba un boletín y lo turnaba a las cuentas de correo electrónico de las redacciones, pero lejos de aclarar el tema en particular, enredaba más la situación.
Empleados cercanos al Alcalde me confesaron alguna ocasión que él mismo Vielma supervisaba la redacción de los comunicados y que a veces los escribía. Con el paso de los meses, esa afirmación (que me pareció en un principio poco creíble y hasta ridícula), tomó consistencia cuando me enteré de las fuertes desavenencias de Vielma con su equipo de la Dirección de Comunicación Social.
Recordemos simplemente que por dicha dependencia han pasado cuatro directores en un lapso de tres años. Me enteré que Vielma les exigía algo que cualquier persona en sus cinco sentidos jamás se atrevería a hacer: les reprochaba en un tono colérico que no pudieran anticiparse a la publicación de notas informativas con contenido negativo hacia su administración.
“¡Es que porqué no detienes las notas!”, les exigía Vielma, me comentó amargamente uno de los tres directores que no aguantaron al primer edil de Zapopan.
Vielma pretendía que sus subalternos averiguaran los temas que traían los reporteros para desactivar los escándalos antes de que estos fueran publicados. Debo decir que lo consiguió en algunas ocasiones. Mis compañeros me comentaban que era frecuente que el primer edil acudiera a las salas de redacción y hablara con el editor en jefe para dar su réplica aun cuando la información se estaba tejiendo.
Sin temor a equivocarme, para el presidente municipal el eje central de su administración fue la Dirección de Comunicación Social en detrimento de áreas tan sensibles como la Dirección de Obras Públicas y Desarrollo Social.
El munícipe destinó alrededor de 100 millones de pesos por año a dicha dependencia, aunque extra oficialmente se dice que repartió más recursos con dádivas a algunos comunicadores.
Balance de una gestión mediocre
Por más que se empeñe en vociferar que el suyo fue un gobierno honesto y focalizado en el combate a la pobreza, la realidad de los habitantes zapopanos se estrella contra las palabras huecas y triunfalistas de su mandatario.
Al término de su administración no existe una sola obra que pueda presumir el munícipe como la clave de su éxito, si bien se tomó una fotografía pateando un balón en la remodelada unidad deportiva Tabachines. Obras prioritarias para la población como el Hospitalito, el edificio de seguridad pública y bomberos, y la planta para el control de lixiviados en el vertedero de Picachos se quedaron estancadas esperando quizá que su sucesor, el también priista Héctor Robles, pueda concluirlas. El de seguridad ya fue entregado, aunque sin equipamiento. Faltará ver que este no se convierta en un elefante blanco.
“Las entrevistas con Vielma siempre fueron difíciles”. Foto: El Informador
Hace unos días con motivo de la publicación de un artículo de investigación, una compañera de trayectoria intachable me comentó que Vielma le presumió que tiene a una red de soplones en las redacciones de varios medios de comunicación locales que le dan parte de todo lo que va a publicarse.
Sobra decir que las entrevistas con Vielma siempre fueron difíciles, y no hablo de las entrevistas pactadas en las que generalmente se pone un colchón al interlocutor para que conteste lo que le venga en gana, sino de aquellas en las que tuvimos que aguantar los repetidos sonsonetes del primer edil para evadirse de temas que lo implicaban directa o indirectamente.
“Algo más, algo más…”, se exasperaba el munícipe.
Si Vielma fue intolerante a la crítica, hubo varios funcionarios de su gabinete inalcanzables para la prensa. Se decía que no les gustaba hablar con los medios, que la rendición de cuentas no era lo suyo, y se fueron de la administración prácticamente sin dar entrevistas. Entre ellos están la síndico Elke Tepper García, el secretario general Óscar Trejo Herrera, el oficial mayor administrativo César Lau Yuen, el tesorero Humberto García Vélez y el director de seguridad pública, Rosalino Joel Pinto Cárdenas, por mencionar sólo unos cuantos.
Mención aparte es la directora de los Servicios Médicos Municipales, Adriana Capurro Ceballos, quien se vio forzada a declarar ocasionalmente, y tenía la percepción de que el trabajo de los reporteros es atacar a los servidores públicos por mero gusto.
Es claro que la transparencia y la rendición de cuentas no distinguieron a Vielma. Con sesiones de cabildo programadas los viernes de cada mes a medianoche y dictámenes sacados de la manga difícilmente se puede saber cuáles son las intenciones de un político.
En la última sesión nos pudimos enterar que esperaba sacar a flote un crédito por 550 millones de pesos y que corrió a más de 400 policías. ¿Para qué quería otro empréstito, si el primero que pidió por mil millones de pesos no llegó a ejercerlo?
Algo de lo que sí puede presumir Vielma es que fue congruente con su frivolidad para tratar asuntos que en el caso de ciertos grupos sociales significaban un cambio drástico en sus condiciones de vida.
Mandó al diablo a los habitantes de los Pueblos de la Barranca del Río Santiago, quienes sostienen una lucha por la supervivencia de su ecosistema. Ignoró las advertencias de expertos ambientalistas sobre el riesgo de colapso en los mantos acuíferos de la zona de El Bajío por la construcción de la Villa Panamericana. Minimizó la utilización de reactivos caducos en la Cruz Verde, y endeudó al municipio de manera innecesaria con un crédito de mil millones de pesos que no se ejerció en su totalidad.
Suena irónico que en su tercer informe de gobierno el presidente municipal destacara como sus máximos logros la planeación urbana y el combate al crimen organizado cuando Zapopan ha sido escenario de crímenes violentos, y no pudo oponerse a la Villa Panamericana. Por el contrario, recientemente se dio a conocer que la zona de El Bajío continuará siendo objeto de urbanización con la instalación de un centro comercial y torres habitacionales.
Las crónicas de ese día relatan que el mensaje de Vielma fue vago, impreciso, falto de autocrítica y cuando los reporteros le cuestionaron sobre su mayor pendiente, jocoso les contestó: “mmmm… ¡bajar 10 kilos más!”.
La respuesta, sin lugar a dudas, pinta de cuerpo entero al munícipe, y revela cuáles eran sus prioridades al mando de Zapopan.