Está dispuesta a comparecer ante la Procuraduría General de la República (PGR) —"si el señor procurador me lo pide"— para relatar lo que ella sabe.
Desde su adolescencia —hace 35 años— ingresó a profesar su religiosidad en la orden de la Congregación Hijos de la María Trinidad de la Sabiduría.
A principios de 1996 la madre Felisa fue ocultada por órdenes de sus superiores.
Fue comisionada en Morelia, Michoacán, a una casa de su congregación.
El reportero la buscó afanosamente en Guadalajara. En la casa del cardinal Posadas en Tlaquepaque lo mismo que en el Arzobispado nadie quiso dar razón de ella. Algunos párrocos y hermanas de su congregación adujeron que la madre Felisa estaba enferma, que se había regresado a su pueblo.
Ubicada finalmente por el reporter en Morelia, la madre Felisa aceptó hablar por la vía telefónica, pues tiene estrictamente prohibido hablar del caso Posadas.
La que fuera ama de llaves del cardenal Posadas, es generosa con sus superiores. Los disculpa por la decision de apartarla de la prensa. Pero confiesa que sufre en silencio y que incluso habían sido los Salinas de Gortari y otros políticos de su gabinete.
“A mi me dijo el señor Chapa Bezanilla que me iba a demostrar que los asesinos eran los Arellano Félix. Yo le dije que eso era díficil. Entonces me retó a que demostrara yo lo contrario.
Ya ve usted, han pasado cinco años y no han aclarado nada. Los hermanos Arellano Félix siguen libres y no les han podido comprobar que ellos fueron”.
Acepta que han sido detenidos algunos miembros de la banda de los Arellano, pero alega que para “mí, los Arellano Félix fueron utilizados”.
“Ellos llegaron a Guadalajara seguramente sin saber a quién iban a matar” y creo que el exnuncio Prigione fue la carnada para atraer al cardenal Posadas al aeropuerto de Guadalajara.
Cuando el periodista le pregunta por qué desconfía de Prigione, la madre Felisa responde: “Prigione siempre estuvo del lado del gobierno”.
“Por eso —agrega— yo dije desde un principio que mientras el crimen venga del gobierno nunca se va aclarar como los otros crímenes (de Colosio y Ruiz Massieu)”.
Para la ama de llaves de Posadas, no hay duda, el asesinato del cardenal fue un atentado planeado y no se inmuta en señalar entre los probables autores al expresidente Carlos Salinas de Gortari.
A una pregunta del reportero, sobre el porqué señala al expresidente, la madre Felisa responde: “a mí me dieron nombres y son los que di ya en otra ocasión”
Se refiere a declaraciones que hizo a la prensa en mayo de 1995, cuando se cumplieron dos años del homicidio del cardenal Posadas.
El reportero insiste: ¿Quién le dio esos nombres, madre? —Una persona cuyo nombre no se puede decir.
¿No puede decir su nombre? —No. No.
¿Fue una persona de la Iglesia? — Más bien de la Procuraduría.
¿De la PGR o de Jalisco? —De México.
Según la madre Felisa, funcionarios de la PGR “personas de mucho crédito” le confiaron que el cardenal Posadas había sido ejecutado por órdenes políticas.
¿Madre, usted estaría dispuesta a comparecer ante la PGR, y declarer todo lo que sabe? —Sí. Si el señor procurador me lo pide, iré. Pediría un permiso especial para que me dejen hablar.
Durante la charla la madre Felisa recuerda como en 1963 una prima hermana del cardenal Posadas la apoyó para iniciarse en la profesión religiosa.
Oriunda de Oaxaca, Felisa Sánchez está convencida de que se trató de un complot.
Según ella el cardenal era una persona muy reservada y muy cuidadosa en sus asuntos personales. Por eso, comenta que sobre la carta es díficil que alguién esté enterado a detalle porque “eran cosas muy personales”.
Reacia a profundizar en el tema, señala que “alguien me dijo que ya se sabía, pero que después se iba dar a conocer”.
Relegada, confinada a otra plaza, la madre Felisa añora los años que colaboró con Posadas. Fue ella la encargada de guardar las partes interiores del auto Grand Marquis que se dañaron tras el atentado al cardenal. Se encargó de reparar el automóvil que después
confiscó la PGR para pasar lluego a las pérdidas totales de la agencia Jalisco Motors, quien lo había cedido en préstamo a Posadas. La Compañía de Seguros Nacional provincial pagó la poliza correspondiente a la agencia automotriz.
La madre Felisa, quien fue asediada por la prensa en los dos primeros años subsecuentes al atentado, ha desmentido las insinuaciones de que el prelado hubiera estado ligado a narcotraficantes, como se señaló en algunos medios.
Sobre las advertencias de Posadas a El Vaticano en la carta filtrada a periodistas, la madre Felisa mantiene sus dudas. Así, por ejemplo, la revista Giornipublicó en abril de 1995 que en Guadalajara, el lunes 24 de mayo de 1993, se había llevado a cabo una reunion en la mañana, entre miembros de la policía y narcotraficantes, para ajustar los últimos detalles del atentado.
La misma publicación italiana —a cuyo directorio pertenece el exjefe de gobierno italiano, Giulio Andreotti, quien fue procesado por la justicia de su país en septiembre de 1994 por su asociación con la mafia— reveló que en el acto del atentado al cardenal Posadas
estuvieron presentes como partícipes los siguientes expolicías al servicio de los narcotraficantes: Francisco Antonio Bejos, exdirector de la Policía Judicial del Estado de Jalisco; Jorge Abel Macías Castañeda, exsecretario particular del director de la Policía Judicial;
Salvador Peralta Pérez, exvicedelegado de la Policía Judicial Federal; César Pérez Pérez, exagente de la Policía Judicial Federal y Luis Octavio López Vega, exdirector de la Policía Municipal de Zapopan.
Sobre la ejecución en la que participaron decenas de pistoleros, entre ellos algunos expolicías, pero principalmente sicarios de los cárteles de los Arellano Félix y Joaquin El chapo Guzmán, la madre Felisa, responde:
—En Guadalajara no se hace un crimen de esa magnitud. Nunca se puede hacer a nivel estatal nada más.
Tenía que haber injerencia a nivel nacional ¿verdad?
¿Para usted madre, quiénes se opusieron a profundizar en las investigaciones?
—El procurador Jorge Carpizo, Chapa Bezanilla, Prigione que desde el principio ha estado de parte del gobierno.
¿Madre por qué sus superiors no quieren que se sepa lo que usted sabe?
—Pues ya ve usted la política.
Si usted hablara se podrían aclarar muchas cosas ¿no?
—Pues ya he dicho todo lo que sé.
¿Madre, entonces no fueron pistoleros de los Arelllano?
—Pues mire, es gente que mata porque les pagan ¿verdad? Y si estuvieron a lo mejor no sabían a quien iban a matar.
En Guadalajara, uno de los que han retomado el caso con más bríos es el secretario general de Gobierno, Fernando Guzmán Pérez Peláez, quien forma parte del Grupo Interinstitucional junto con representantes de la PGR y el Episcopado Mexicano.
El funcionario del gobierno panista de Jalisco, fungió como presidente de la Comisión de Seguimiento del Caso Posadas en el Congreso del estado, cuando era diputado local y fue de los que lucharon para que no se diera carpetazo al asunto.
En mayo de 1996, los miembros de esta comisión legislativa exigieron la comparencia del expresidente Carlos Salinas de Gortari, el exprocurador Jorge Carpizo y el exnuncio Girolamo Prigione.
Las declaraciones de la madre Felisa coinciden con esa demanda.
NOTICIA RELACIONADA: Fragmento de declaraciones.
"(....)Durante la segunda semana de mayo de 1993, Ramón Arellano averiguó que su enemigo se encontraba en Guadalajara. Informó a sus hermanos Benjamín, Eduardo y Javier y todos acordaron el ataque.
Al día siguiente, Ramón y un grupo de sicarios partieron de Tijuana con destino a Guadalajara para localizar y matar a Guzmán. Seis o siete días después, el 23 de mayo de 1993, La Rana informó que su gente participó en un tiroteo en el aeropuerto de la capital de Jalisco. El matón daba por muerto a Guzmán Loera, pero quien en realidad murió fue el cardenal Juan Jesús Posadas Ocampo.
Al regresar a Tijuana, de Guadalajara, los sicarios que participaron en el ataque recibieron órdenes de huir a los Estados Unidos. La guerra resultaba un mal negocio para todos. La muerte de un príncipe de la Iglesia en medio de un fuego cruzado era demasiado. Apenas habían pasado ocho años del asesinato del agente de la DEA Enrique Camarena. Alguien debía pagar.
Ante sus jefes, Barrón se disculpó por el intento fallido de asesinar a El Chapo Guzmán.
—No te preocupes — respondió Benjamín. Ahora lo necesario es enfrentar la situación lo mejor que se pueda. Estoy tratando de arreglar el problema. Tengo que entregar a la PGR dos personas para aliviar la presión sobre nosotros. Van a testificar que El Chapo estuvo implicado en el tiroteo. Yo los sacaré de la cárcel en uno o dos años y le daré a cada uno 300 mil dólares y lo que sea para sus familias.
—Yo me encargo que uno o dos se ofrezcan —ofreció El Popeye.
Entre las nueve y diez de la noche, Barrón avisó a Benjamín que ya estaban listos los asesinos expiatorios: Puma y Spooky o Spanky. La entrega la haría Jesús Labra a un comandante que tenían comprado desde antes.
Un par de días después, los narcotraficantes vieron en las noticias el relato del asesinato del purpurado. Vieron los rostros de sus enemigos y los suyos mismos. Escucharon que la Policía Judicial Federal había logrado la captura de dos participantes en el tiroteo que confirmaban la guerra de los cárteles. (....)"
Fuente: Sin Embargo. Elaborado partir de las declaraciones de testigos colaboradores, acusados y agentes del FBI, en peritajes y en partes policiacos contenidos en la resolución del expediente 07/2003 de extradición abierto por la Secretaría de Relaciones Exteriores, en el toca penal 159/2003 resuelto por el Quinto Tribunal Unitario en Materia Penal del Primer Circuito, en la causa 146/2003 librada por el Juzgado Quinto de Distrito en Procesos Penales Federales en el DF y en la averiguación previa 019/MPFEADS/98 integrada por la Procuraduría General de la República.
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Después de aquel 24 de mayo de 1993, Sandoval atestigua en el libro "Con mi propia Voz. Memorias Cardenal Juan Sandoval Íñiguez", .
Dania Palacios, Mural