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Martes, 07 Julio 2015 14:11

El cura 'superhéroe' de Saltillo cuelga la capa

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El cura Humberto Álvarez, el sicario de la paz en Saltillo El cura Humberto Álvarez, el sicario de la paz en Saltillo Ana Ponce

El padre Humberto Álvarez ha decidido colgar su singular hábito y terminar así su peculiar forma de ofrecer misa y llevar su iglesia. El sacerdote de la parroquia del Santísimo Ojo de Agua, en la mexicana ciudad de Saltillo, decidió en 2012, tras algunos de los acostumbrados tiroteos que asolaban su diócesis, que bendeciría a sus parroquianos usando pistolas de agua para intentar contrarrestar la dura realidad que fuera de la Iglesia imponían las armas de fuego.

Una metáfora perfecta del mundo que les esperaba a los críos allí fuera y que él combatía con su fe y su palabra. "La pistola me la regaló un menor en San Buenaventura y es parte de un juego para arrancar sonrisas", explicaba entonces un cura que creaba un enorme revuelo mediático con sus revolucionarios métodos.

El padre, al que enviaron a oficiar misa a un pequeño rincón del infierno terrenal, especialmente duro, allá por 2010 cuando recibió el encargo de llevar la parroquia y sus calles se llenaban de cadáveres por el brutal ascenso del crimen organizado, decidió también dibujar en su hábito las figuras de superhéroes como Superman, Batman o Spiderman, como símbolo de "lucha y esfuerzo por superar el miedo y encontrar paz y perdón", según sus propias palabras.

Sus especiales métodos pronto encontraron la aceptación de los más pequeños, a los que intentaba atraer, y la crítica y estupefacción de los grupos católicos más conservadores que veían cómo su parroquia se convertía en un show alejado de los dogmas eclesiales. Batman y Jesucristo era una ecuación arriesgada para los que entendían que la fe católica se basa también en formas y métodos establecidos. "Jesús fue distinto y siempre buscó la justicia como los superhéroes. Deberíamos seguir su ejemplo", contestaba el párroco a esas voces.

El resultado es que su misa del domingo estaba siempre abarrotada de gente, especialmente niños, que acudían en masa a la homilía de los superhéroes y pistolas de agua. "El uso de la pistola de agua hizo que pasaran a llamarle sus feligreses sicario de la paz", recuerda el periódico Milenio. El peculiar cura también adaptó el guion de la crucifixión de Jesucristo, involucrando a muchas más personas y hasta trayendo de Roma las armaduras de legionarios para los actores.

También consiguió terminar la capilla en honor de Juan Pablo II e implementó un programa de venta de botellas de agua bendita de su parroquia y venta de rosquillas con los que conseguía dinero para ir realizando sus obras. "Vendió más de 65.000 cajas de rosquillas", recuerdan los medios mexicanos que señalan que el párroco ahora retirado gozaba, pese a las críticas, de un inmenso cariño de sus feligreses.

Javier Brandoli

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