Cuatro marchas simultáneas desembocaron al atardecer del lunes en la plaza principal del país al atardecer, para un mitin antigubernamental sin incidentes, al cual asistieron padres, familiares y compañeros del las víctimas.

Las protestas se replicaron en varias ciudades de México y algunas capitales de Europa y Latinoamérica.

La policía de la ciudad de Iguala (200 km al este de la capital mexicana) habría atacado y entregado a los jóvenes a policías del pueblo vecino de Cocula, quienes los llevaron ante pandilleros del grupo narcotraficante autodenominado Guerreros Unidos, para ser asesinados y sus restos quemados, que fueron lanzados a un río en ocho bolsas, según las pesquisas.

Las confesiones de tres verdugos detenidos llevaron a finales de año pasado al hallazgo de restos humanos calcinados en el basurero municipal de Cocula, en una zona agreste, cerca de un río de donde buzos de los investigadores rescataron dos bolsas cerradas con 17 restos humanos, enviados a un laboratorio en Innsbruck, Austria, donde hasta ahora ha sido identificado solo uno de los 43 desparecidos.

Los familiares han emprendido una búsqueda en cuarteles y montañas de Guerrero, iniciada a mediados de enero con disturbios en el cuartel militar de Iguala, que causaron seis civiles heridos entre los familiares y 11 militares lesionados.

El gobierno ha negado en forma enfática que existan indicios que apunten a algún involucramiento del Ejército como afirman los familiares y grupos humanitarios.