La medida fue votada por esos tres partidos sin haberse sido discutido ni pactado en las mesas de negociación plurales para construir la reforma, por lo que ayer senadores del Partido de la Revolución Democrática y el Partido Acción Nacional (PAN) exigieron meter reversa al beneficio económico para esos jueces y aclarar por qué y cómo es que apareció en el dictamen de la Reforma Electoral.

Los senadores perredistas y del blanquiazul se dijeron “chamaqueados” por una acción del tricolor que, claramente, busca congraciarse con los magistrados “para buscar algún beneficio político-electoral más adelante”.

La “gratificación”, como los opositores le llamaron, fue operada por el PRI a espaldas del PRD y el PAN y es sospechosa por donde se le vea, en particular a un año de las elecciones intermedias que son vitales para fortalecer la estrategia rumbo al 2018.

Pero si se le analiza en el contexto de un país con casi 60 millones de pobres, y con casi la mitad de éstos en pobreza alimentaria, es verdaderamente indignante.

Los magistrados del TEPJF ganan 4 millones 206 mil pesos al año, de los que 2 millones 601 mil 900 pesos son de sueldos y salarios; 866 mil 353 en prestaciones y 737 mil 718 por concepto de “pago por riesgo”.

Por supuesto se trata de un sueldo bondadoso, que ahora incluso se refuerza con una pensión. Es un ingreso que sólo percibe una elite en México.

En el país, 66.3 por ciento de la población mayor de 65 años carece de pensión. Son alrededor de 8.6 millones de personas, de las que 4.5 millones se encuentran hundidos en la pobreza y la indigencia.

Entonces, ¿dónde están los principios de igualdad y justicia que promueve el PRI? ¿Por qué no beneficiar también a ese grupo de la población que, después de años de trabajo, está ahora condenada a vivir en la miseria?

De acuerdo con senadores del PRD y el PAN, esos principios de igualdad y justicia sólo los usa el tricolor en los discursos y “de dientes para afuera”. Su verdadero interés, aseguran, es beneficiar a un grupo, en este caso los jueces electorales, con tal de allanarse el terreno de cara a próximos comicios y de cualquier conflicto postelectoral que se genere.

Ahí está, dicen, el meollo del “madruguete”.

Sinembargo