Sus líderes -prosigue el extracto del documento al que tuvo acceso este diario- han mantenido un “disfrazado (sic) anonimato” y “evadido algunos operativos” que se han llevado a cabo para su captura, gracias “a la red de complicidades que han establecido y las cantidades de dinero que destinan para su seguridad”. Bajo ese esquema, y citando información de inteligencia, advierte que los cabecillas identificados al frente de la organización cuentan con modelos de seguridad “que les permiten (incluso) camuflar sus identidades y lugares donde pernoctan”.
Además, dice el informe, disponen de cuerpos para su seguridad personal, numerosos, con capacidad de fuego, bien entrenados y divididos “en tres niveles” y mandos distintos, aunque coordinados.
Los reportes del gabinete de seguridad subrayan asimismo que el cártel Nueva Generación desplazó mucho tiempo atrás a los Caballeros Templarios del control de las rutas del narcotráfico en Michoacán. Antes de que fueran abatidos y/o capturados los líderes templarios, la organización criminal que creció en Jalisco ya tenía el dominio y control de importantes plazas en ese estado (Michoacán), provocando y financiando escisiones que dieron origen a Los Viagras, cuyas células les han permitido también extender sus actividades al resto de los estados del Occidente del país.
Se advierte enseguida que el cártel Nueva Generación tiene “el control casi total” de las actividades relacionadas con el tráfico de drogas y secuestros en los estados de Jalisco, Michoacán, Colima, Nayarit, Guanajuato, Aguascalientes y Zacatecas.
Sobre este punto, si bien los reportes no lo dicen, fuentes del gobierno federal consultadas por La Jornada Michoacán aseguran que entre los grandes objetivos de la disputa entre los grupos delictivos que se han asentado en la región, se encuentran los puertos de Lázaro Cárdenas, Michoacán, y de Manzanillo, Colima. “Las franjas costeras de Michoacán, Colima y Jalisco, su control, representan la gran codicia para estos grupos”, dicen los funcionarios consultados, pues significan la expansión y consolidación del “gran negocio de las drogas” y algunas de sus ramificaciones como el secuestro y el comercio sexual.
En el caso del cártel Nueva Generación, todos los informes coinciden en que se ha convertido en la organización mas fuerte del país, “basada su fortaleza” en el cultivo de mariguana, la introducción de cocaína sudamericana, la producción de metanfetaminas y los secuestros. Tiene además el control del narcomenudeo en las ciudades y destinos turísticos de los estados de su influencia.
Complicidad y subordinación
Identificada así como una organización de “alta peligrosidad” y riesgo para la seguridad nacional, se hace hincapié en que para su crecimiento, desarrollo “y protección de sus actividades ha contado con la complicidad y subordinación de algunas autoridades y corporaciones policiacas” de los estados donde opera, y se cataloga como “una prioridad inmediata (sic)” la intervención de las fuerzas federales para cortar con esas “fuentes y bases de datos” con las que cuenta la organización.
Muy probablemente, se destaca, esas “complicidades y subordinaciones” forman parte del primero de los tres niveles de seguridad
que se identifican en torno de los principales líderes del cártel. Esa situación los convierte en un “peligro real para las instituciones del estado, la población y el resto de las corporaciones y fuerzas” del orden.
Al respecto, habría que recordar que en el decálogo que el presidente Enrique Peña Nieto presentó hacia finales del año pasado para la
seguridad y el Estado de derecho, incluyó a Jalisco entre las entidades de la República en las que habría que reforzarse la presencia federal; antes, el gobernador Aristóteles Sandoval había dicho que por lo menos las policías de 22 municipios representaban un riesgo para la seguridad y hasta ordenó la intervención de la Fuerza Única en Cocula y Casimiro Castillo.
Por cierto, durante el narcoataque del viernes, fue precisamente en Casimiro Castillo donde el cártel Nueva Generación mostró su mayor poder de fuego, derribando un helicóptero de la Defensa Nacional (Sedena) y provocando la muerte de tres soldados.
Operación Jalisco
Sobre el mismo tema -la probable infiltración del crimen organizado en las estructuras de los gobiernos y policías locales-, la información que se dispone tanto del diagnóstico de seguridad que se conoció en días previos a los bloqueos del viernes, como de la Operación Jalisco, indica que uno de los pasos a seguir para desarticular al cártel Nueva Generación es el reforzamiento de la presencia de las fuerzas federales en los municipios identificados de alto riesgo.
Lo anterior implicaría, incluso, “la intervención y desarme” de algunas corporaciones municipales. Lo que sigue -de acuerdo con las fuentes consultadas- es un despliegue militar con la suficiente fuerza, organización e información de inteligencia para contrarrestar el poder del cártel Nueva Generación.
“La reacción del grupo criminal el viernes obliga a las dependencias de seguridad nacional a redoblar su atención en Jalisco.
Los motivos de la alerta nacional se confirmaron”, advierten.
La Jornada Jalisco