Sin embargo, su vida privada era poco conocida, aunque en la colonia Infonavit hay vecinos que aseguran que era agiotista, prestaba dinero y en ocasiones usaba un grupo de muchachos golpeadores para realizar la cobranza difícil. En los últimos días antes de su desaparición, se convirtió en un asiduo frecuente al casino Emotion de Plaza Galerías, donde incluso llegó a amenazar al gerente del lugar con clausurarle si se enteraba que le habían tomado fotos jugando.
“Beto, mijo, ponte abusado, hay taxistas que han escuchado que en cuanto concluyas tu encargo como regidor podrían matarte”, le dijo una señora –de la que se guarda el anonimato por razones obvias—del Infonavit al regidor Humberto Gómez Arévalo. Él, con su clásico carácter explosivo, lanzó un grito como respuestas: “Me vale, yo no le tengo miedo ningún cabrón”. Sin embargo, al día siguiente el edil regresó con su amiga y preocupado, le comentó que uno de estos días empacaría todas sus cosas y se largaría de Puerto Vallarta, que las cosas estaban mal y que había muchas personas que querían hacerle daño, sin especificar quién o quiénes.
Jorge Olmos