Esa tarde corrió a guarecerse de los disparos que sobrevinieron a la aparición de luces de bengala. En aquel entonces no tenía ninguna ideología, pero ahora, 45 años después, se dice activista. Ha formado parte de partidos como el PRD y defiende Pemex, ante la reforma energética.
Con caminar pausado, Julio recorre junto a unas 450 personas, en su mayoría jóvenes -algunos de ellos estudiantes de la Universidad de Guadalajara--, la Avenida Alcalde. Partieron a las 17:30 desde La Normal con consignas y carteles que recordaban la represión estudiantil de 1968. "Ni perdón ni olvido, castigo a los asesinos", "El 2 de octubre (de 1968) no se olvida" y "México, sin PRI" son algunas de las frases que gritan al unísono los marchantes. Ahí está Ana Ramírez, de 21 años, que es de las que más deja escuchar su voz en las consignas multitudinarias.
Estudia leyes y opina que las manifestaciones en las calles son un derecho de la ciudadanía que no ha encontrado una mejor manera de hacer llegar su molestia, peticiones y necesidades a los gobernantes. Aunque no cubre su rostro, como decenas de chavos que caminan en su entorno sí, para ella el Estado "presiona" a quienes se moviliza. Dice que en cada marcha a la que acude policías y otras personas toman fotografías.
Durante la marcha habrá un conato de bronca: en Alcalde, esquina Juan Manuel, un hombre saluda al estilo nazi a los jóvenes que avanzan por el arroyo vehicular. Decenas le gritan groserías en reacción a su gesto y dos o tres arrojan al balcón una botella y basura; lo retan a bajar a su encuentro. Metros después, un joven "tejuinero" de 23 años con el rostro cubierto por una pañoleta verde gritará "¡ocho!" y acto seguido, siendo las 18: 44 horas, la mayoría correrá de Pedro Moreno a Juárez y todos retomarán caminando la avenida para llegar a la Rambla Cataluña minutos más tarde.
Miriam Padilla, El Informador