El principio de esta curiosa historia se fecha en 2002, la misma época en que Maslowskaya fue nombrada playmate del año en Playboy. Al parecer, durante aquellos meses, Schubert se enamoró perdidamente de la modelo, por lo que le propuso matrimonio en 2004, algo que la joven (por entonces más de 60 años menor que él) aceptó.
Tras casarse, Maslowskaya abandonó su vida de modelo y se dedicó por entero a su marido, quien la cubrió de regalos que ella no declaró a Hacienda. De forma concreta, el valor de estos presentes se elevaría hasta los 2.500.000 de dólares y entre ellos se incluían coches, joyas, viajes exóticos, salidas de compras e, incluso, un apartamento en Salzburgo que se vendió sin pagar impuestos. Todo acabó en 2009, año en que el magnate de la cerveza murió a los 90 años de edad.
Sin embargo, los problemas de la antigua playmate acababan de empezar, pues las autoridades se pusieron a trabajar y descubrieron que la modelo, de origen etíope, había defraudado casi un millón de euros al fisco. Finalmente, sus deudas han terminado atrapando a Maslowskaya , quien, entre lágrimas, sólo pudo decir lo siguiente cuando el juez la condenó: «Estoy muy arrepentida por lo que hice. Nunca más volveré a aceptar un regalo».