Los investigadores irrumpieron en una pelea de gallos nocturna en el sótano de una tienda, donde hallaron gallos jóvenes con espuelas de metal en sus patas y amontonados en sacos.
La policía informó que las peleas se celebraban en aquel lugar dos veces al mes, con espectadores que hacían apuestas de hasta US$10.000.
El fiscal general de Nueva York, Eric Schneiderman, señaló que la investigación puso en evidencia la prevalencia de las peleas de gallos y sus vínculos con otras actividades criminales.