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Jueves, 31 Julio 2025 09:04

La Santa Sede: Israel y Palestina, dos Estados para una paz justa y duradera

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El arzobispo Caccia, representante del Vaticano ante las Naciones Unidas, reiteró durante la conferencia de la ONU, promovida por Francia y Arabia Saudita, su preocupación por la grave situación humanitaria en la Franja de Gaza, pidiendo un alto el fuego, protección para los civiles palestinos y la liberación de los rehenes israelíes.

Al recordar la importancia de Jerusalén, solicitó un estatus que «garantice la conservación de su identidad única».

La solución de dos Estados, única vía practicable

La Santa Sede está convencida de que «la solución de dos Estados, basada en fronteras seguras y reconocidas internacionalmente, es la única vía practicable y equitativa hacia una paz justa y duradera».

Prueba de ello son los importantes pasos dados hasta ahora, como el reconocimiento formal del Estado de Israel a través del Acuerdo Fundamental de 1993 y el reconocimiento del Estado de Palestina, con el Acuerdo Global de 2015.

Además, otro punto firme señalado por Caccia es el firme apoyo a «los derechos inalienables del pueblo palestino, incluido el derecho a la autodeterminación», así como a las «legítimas aspiraciones» de los palestinos «a vivir en libertad, seguridad y dignidad dentro de un Estado independiente y soberano».

La importancia de Jerusalén El observador permanente, para concluir, recordó la importancia «religiosa y cultural universal» de Jerusalén, ciudad sagrada para cristianos, judíos y musulmanes, y por ello llamada a tener un estatus que «trascienda las divisiones políticas y garantice la conservación de su identidad única».

La petición de Caccia, repetida en numerosas ocasiones por la Santa Sede, es la de un «estatuto especial garantizado a nivel internacional, capaz de asegurar la dignidad y los derechos de todos sus habitantes y de los fieles de las tres religiones monoteístas, la igualdad ante la ley de sus instituciones y comunidades, salvaguardando el carácter sagrado de la ciudad y su excepcional patrimonio religioso y cultural».

Un documento que, además, garantice «la protección de los Lugares Santos», así como «el derecho a acceder a ellos sin obstáculos y a practicar el culto».

Un estatuto que preserve también, cuando sea aplicable, el «statu quo».

En Jerusalén, según la posición de la Santa Sede, «nadie debería ser objeto de vejación. Por lo tanto, es lamentable que los cristianos se sientan cada vez más amenazados en la Ciudad Vieja de Jerusalén».

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