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Domingo, 06 Enero 2013 15:11

Ricos que quieren perder la lucha de clases Destacado

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Moby

"¡Lo conseguimos!" Así celebraba Patriotic Millionaires (Millonarios Patrióticos) el acuerdo de esta semana para subirles los impuestos en Estados Unidos. Pero ¿puede haber alguien que quiera que le suban los impuestos? Sí. Entre ellos, por ejemplo, el cantante y músico Moby, y el economista de la Universidad de Nueva York Roubini. Bajo el lema Suban nuestros impuestos.

Podemos con ello, este grupo se ha dedicado a hacer lobby de la forma más activa posible para que el Congreso de Estados Unidos les aumente la presión fiscal.

La idea de que alguien quiera que le suban los impuestos es un poco surrealista. Máxime en EEUU, donde hay una impuestofobia radical. Hay también casos de millonarios que hacen lo contrario que Patriotic Millonaires. Por ejemplo, Julian Robertson, uno de los fundadores de la industria moderna de los hedge funds (fondos no regulados), que llevó a cabo una impresionante estrategia para no pagar impuestos locales en Nueva York: tuvo a una secretaria monitorizando, literalmente minuto a minuto, cuánto tiempo pasaba en esa ciudad, para demostrar a las autoridades fiscales que, descontados sus viajes y sus estancias en su chalet de fin de semana, era menos del tiempo requerido para ser considerado residente. Llevó a la ciudad a juicio, y ganó.

El caso de Robertson (cuyo patrimonio es de unos 1.800 millones de euros) ilustra la necedad del concepto del trickle down economics, es decir, del goteo, que dice que hay que bajar los impuestos a los ricos porque así éstos generarán inversión. El puesto de trabajo creado por Robertson para demostrar que él no estaba en la ciudad genera el mismo valor añadido, el mismo beneficio marginal, y el mismo valor social que el de un funcionario dedicado a contar gamusinos. El trickle down economics rigió la política impositiva de George W. Bush, y al final el presunto boom de la inversión se fue en crear una burbuja inmobiliaria.

Los millonarios patrióticos estadounidenses tienen un referente claro: Warren Buffett. Es el cuarto hombre más rico del mundo, con un patrimonio de unos 29.000 millones de euros. Buffet ha defendido siempre una reforma fiscal, basándose en el argumento de que él tiene un tipo impositivo más bajo que su secretaria, porque ésta cobra de las rentas del trabajo, mientras que Buffett lo hace de las del capital. Hay una frase de Buffett que es espectacular: "Por supuesto que existe lucha de clases, y mi clase la ha ganado" .

Buffet, además, es el mayor donante de la Historia. Se estima que ha dado a diferentes organizaciones sin ánimo de lucro 29.000 millones de euros a lo largo de su vida, es decir, la mitad de su fortuna. Solo en 2012, dio 2.300 millones.

Frecuentemente se reprocha a Buffett y a los otros millonarios el hecho de que pidan subidas de impuestos, cuando en EEUU se pueden hacer donaciones voluntarias a Hacienda. Es una crítica interesante, porque el propio Buffett (cuyas inversiones también llegan a España) ha admitido que las organizaciones privadas a las que da dinero están mejor gestionadas que el Estado. Aún así, la defensa de unos impuestos más altos también indica generosidad, porque las donaciones dependen, más o menos, del humor del millonario, mientras que los impuestos están ahí todo el tiempo, son fijos e inmutables y hay que pagarlos. De hecho, las estadísticas demuestran que, incluso en EEUU, que es la patria de las donaciones, el dinero que las grandes fortunas dedican a actividades sin ánimo de lucro es muy inferior al que pagan en impuestos. Y que la clase media dona tanto, en proporción a su renta, como los multimillonarios.

Desgraciadamente, este tipo de iniciativas serían inconcebibles en España. Nadie se imagina a ningún multimillonario español donando miles de millones de euros. Los 20 millones de Amancio Ortega a Cáritas nos parecen una barbaridad, pero pueden comprarse con los 2.300 de Buffet, que tiene una fortuna y una edad similar.

En mi opinión, las razones son, sobre todo, culturales. En EEUU hay una tradición de donaciones muy grande. No es solo devolver a la sociedad lo que se ha ganado. Las donaciones son también una especie de certificado de éxito en la vida, una forma de entrar en un tipo de nobleza informal, o de rico ilustrado, algo que en un país que todavía sigue teniendo una identidad ideológica basada en la Ilustración dieciochesca, como EEUU, es muy importante socialmente.

Otro factor es que EEUU tiene un sistema de valores (para lo bueno y para lo malo) diferente. Y que el sentimiento nacional es mucho mayor que en España. En nuestro país, a nadie se le ocurriría poner el calificativo de patriótico a nada. E, incluso aunque así fuera, un artista poco convencional como Moby jamás entraría en ese club. También es difícil imaginar a un judío de origen iraní educado en Italia y que habla con bastante acento (como Nouriel Roubini) internalizando su pasaporte español y logrando, incluso, que los españoles le traten como a uno más, sin adoración porque a fin de cuentas nació fuera, ni rechazo por la misma razón.

En ese sentido, en EEUU mucha gente confía en el Estado, o en las ONGs, o en otros para gestionar sus donaciones. En España, no. Si algunos ricos quieren perder su guerra de clases es porque creen que hay instituciones que garantizan que todos (ellos también) van a salir ganando.

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