Trump está “mentalmente enfermo de manera peligrosa” afirman siquiatras, sicólogos y expertos en salud mental en The Dangerous Case of Donald Trump (El peligroso caso de Donald Trump). Argumentan que, justo por el peligro que él representa para el país y el mundo, en este caso las normas y reglas de gremios de su profesión como la Asociación Americana de Siquiatría, que prohíben el diagnóstico público de figuras públicas que no están directamente bajo el cuidado de un profesional de salud mental no aplican.
Afirman que el principio del “deber de advertir” impera en este caso, donde el peligro a otros que representa un individuo con problemas de salud mental debe ser anunciado para cumplir con la guía de la conducta profesional - la “responsabilidad a la vida humana y el bienestar”
“Colectivamente con nuestros coautores, advertimos que cualquiera tan mentalmente inestable como el señor Trump simplemente no se le debería confiar con los poderes de vida y muerte de la presidencia”, escriben en el prólogo del libro la doctora Banda X. Lee, de la Escuela de Medicina de la Universidad Yale y Judith Herman, de la Escuela de Medicina de la Universidad Harvard. Insisten en que están evaluando la “peligrosidad” de Trump y no buscando hacer un diagnóstico pleno del individuo.
Los autores ofrecen toda una gama de etiquetas sicológicas para describir el estado mental de Trump, con varios centrándose en el concepto de “narcisismo maligno” (un concepto desarrollado por el sicólogo humanista Erich Fromm para evaluar a Hitler y sus seguidores).
“Creemos que Trump es el hombre más peligroso en el mundo” escribe en el sicólogo Philip Zimbardo, profesor emérito de la Universidad de Stanford, uno de los autores que contribuyen al libro editado por la doctora Lee.
Lance Dodes, profesor retirado de siquiatría en Harvard, escribe que las características sociópatas de Trump “son innegables” y “crean un peligro profundo para la democracia y seguridad de Estados Unidos”, algo que pronostica sólo empeorará con el curso del tiempo.
El doctor James Gilligan argumenta que el punto principal para los expertos en esta evaluación no es si el presidente padece de una enfermedad mental, sino evaluar si representa un peligro para otros, y ese análisis se pueda hacer sin examinar al individuo, sino solo su comportamiento público.
Más aún, algunos argumentan que un presidente puede sufrir una enfermedad mental y no ser peligroso ─algunos citan un famoso estudio de todos los 37 presidentes estadunidenses hasta el año 1974, que concluyó que un 50 por ciento de ellos tenía problemas mentales─. Pero afirman que en el caso de Trump, sus múltiples condiciones mentales están combinadas en lo que uno llamó una “mezcla tóxica” altamente peligrosa.
Gilligan, profesor de siquiatría en la Universidad de Nueva York, y experto en violencia, argumenta que no advertir al público de que “Trump es extremadamente peligroso ─de hecho, y por mucho─ el presidente más peligroso de nuestras vidas” sería no cumplir con el deber profesional de “advertir a las víctimas potenciales… cuando identificamos señales y síntomas que indican que alguien es peligroso a la salud pública”.
Agrega que al guardar silencio, “estamos apoyando pasivamente y permitiendo el error peligroso y naif de tratarlo como si fuera un presidente ‘normal’ o un líder político ‘normal’. No lo es, y es nuestro deber decirlo”, escribió el reconocido experto en estudios sobre la violencia y asesor del Tribunal Mundial y la Organización Mundial de Salud, entre otras.
Robert Jay Lifton, famoso sicohistoriador por sus estudios sobre la mentalidad de doctores nazis y las condiciones en conflictos como Vietnam, profesor emérito de la Universidad de Columbia y otro colaborador del libro, comentó en entrevista con Bill Moyers que “el presidente estadunidense tiene un poder particular. Esto hace que Trump sea el hombre más peligroso en el mundo. Es igualmente peligroso porque tiene su dedo en el gatillo nuclear y porque su mente está estacionada en la realidad solipsista. Las dos cosas son una combinación espantosa”.
La realidad solipsista, informa, es donde “él es solo capaz de abrazar una realidad que tiene que ver con
él mismo y la percepción y protección de su propio ser. Y para que un presidente esté tan enredado en esta realidad solpsista aislada no podría ser más peligroso para el país y para el mundo”, indicó a Moyers.
A la vez, Lifton también advierte ─en su introducción a este libro─ de la “normalidad maligna”, donde algo destructivo y peligroso es presentado como algo normal, y que en el caso de esta presidencia se tiene que hacer todo para evitar eso, al “confrontar lo maligno y darlo a conocer”.
Desde que lanzó su campaña presidencial, tal vez la reacción más común sobre Trump fuera de sus fanáticos, es: “está loco”. Desde que asumió la presidencia esto se ha intensificado, y no sólo entre opositores demócratas o críticos, sino entre las filas de su propio partido.
Un petición impulsada por el reconocido sicoterapeuta John Gartner ya tiene más de 63 mil firmas de profesionales de salud mental solicitando que el presidente sea retirado de su puesto bajo la Enmienda 25 de la Constitución [https://www.change.org/p/trump-is-mentally-ill-and-must-be-removed?source_location=minibar].
Además de los que están soñando con promover un juicio político (impeachment) y deshacerse de Trump por esa vía, otros ahora están apostando más por una declaración de “incapacidad para llevar a cabo sus deberes” bajo la Enmienda 25. Esto tendría que ser realizado de varias maneras, pero implica que una mayoría de sus asesores y su gabinete enviaran una carta al Congreso declarando que no puede ejercer sus funciones presidenciales.
Mientras tanto, dado el diagnóstico, se espera una temporada de más locura peligrosa.
David Brooks