así lo concluyó un grupo de científicos de Rusia, Armenia y Dinamarca al analizar el genoma mitocondrial (ADNmt) de la población que vivió en el Cáucaso del Sur hace varios miles de años.
El Cáucaso del Sur, ubicado entre el mar Negro y el mar Caspio, vincula geográficamente Europa con Oriente Próximo. Durante milenios esta región ha servido como corredor para migraciones masivas. Sin embargo, pese a la existencia de numerosos datos arqueológicos acerca de los pueblos que habitaron la región, se sabía muy poco sobre los procesos demográficos que llevaron a la formación de la actual población.
Un grupo de científicos internacionales, conformado por especialistas rusos y armenios, analizaron los genomas mitocondriales de los restos de 52 personas que vivieron en los territorios de lo que hoy en día es Armenia y Nagorno Karabaj —también conocido como Artsaj—. El estudio abarcó un período de unos 8.000 años (de 7.811 a.C. hasta los 300 a.C.).
Además, los expertos en genética estudiaron 206 genomas mitocondriales de los armenios contemporáneos. Con tal de que su investigación fuera más representativa, los expertos también analizaron el ADN de 482 personas de los pueblos vecinos.
El indicador clave del parentesco entre las poblaciones es el parecido entre los haplotipos. Si el haplotipo de un organismo coincide con el haplotipo de otro, esto significa que ambos pertenecen al mismo haplogrupo.
Las personas dentro del mismo haplogrupo tienen un ancestro común, quien tuvo una mutación en su genoma que fue heredada por todos sus descendientes. Los científicos mayormente estudian los haplogrupos de ADNmt (genoma que las madres 'pasan' a sus bebés) y los del cromosoma Y (genoma que heredan solo los hijos varones por la línea paterna).