Joseph Brown-Lartey murió a los 25 años, cuando su auto recibió el golpe de un carro que circulaba a 130 kilómetros por hora en una zona residencial de Reino Unido y tras pasarse un semáforo en rojo.
El auto se exhibe en Westminster, junto al Parlamento británico.
El padre de Brown-Lartey, Ian, dijo que la condena a Haroon fue como ser "golpeado en los dientes dos veces" y que es "perturbador" el pensar que cuando Haroon salga de la cárcel, será más joven que su hijo cuando murió.
"Pierdes a tu hijo y luego el sistema legal en el que confiabas te decepciona", afirmó.
Dawn Brown-Lartey, la madre de Joseph, opinó que en el sistema actual británico no existe la "disuasión" para evitar que la gente conduzca de forma peligrosa.
"Los jueces tienen que seguir las normas y esas normas hay que cambiarlas", dijo.
Antes del fatal accidente, Haroon tomó una foto con su teléfono cuando circulaba a228 kilómetros por hora.
Le mandó un mensaje a un amigo: "Desde Leeds a Rochdale en 11 minutos, alcánzame".
Ambas ciudades están a una distancia de 52 kilómetros.
En el juicio, se declaró culpable de causar una muerte por manejar de forma peligrosa, sin tener licencia, sin tener seguro y también de conducción peligrosa.
La campaña, de la organización Brake, argumenta que las familias son "traicionadas una y otra vez por nuestro sistema de justicia", y pide penas mayores para los conductores que hieren o matan a otros.
Gary Rae, director de campañas de Brake, dijo: "Los conductores que matan a alguien mientras toman riesgos ilegales son etiquetados frecuentemente como descuidados a los ojos de la ley, y luego reciben penas insultantemente bajascuando sus acciones solo pueden ser descritas como peligrosas y destructivas".
Addil Haroon tomó una foto de su velocímetro.