El joven paseaba distraído el domingo 22 a la mañana cuando vio, unos metros más adelante, algo que brillaba en la vereda. Se acercó. Era un anillo con un enorme diamante.

Miró a su alrededor en busca de un potencial dueño, pero no había nadie. Podría haber sido el robo perfecto de una joya valuada en entre 75 mil y 120 mil dólares. Pero eligió otro camino.

Llegó a su casa y comenzó una intensa campaña a través de Facebook. Mostró el anillo, contó detalladamente dónde lo encontró y pidió a todos su amigos que difundieran el mensaje.

Sólo dos días después, una mujer mayor lo contactó para decirle que ella era la dueña. Le agradeció enormemente su honestidad.

"Fue un final de cuento de hadas, que muestra todo el bien que pueden hacer las redes sociales. Siento que hice mi buena acción del año", contó Andy.

Infobae