Los rumores surgen tras la reciente confirmación del presidente Vladimir Putin de que el sistema Oreshnik, capaz de alcanzar objetivos a una distancia de hasta 5.500 kilómetros a velocidades de Mach 11, ha entrado en producción en serie y se está integrando en las formaciones de combate rusas.

Si bien no se ha anunciado ningún despliegue oficial en Venezuela, analistas militares sugieren que la medida podría servir como contrapeso geopolítico a la influencia occidental en la región.

El misil Oreshnik se probó por primera vez en noviembre de 2024 y, según informes, se utilizó en un ataque contra una instalación militar-industrial ucraniana.

Sus capacidades hipersónicas y su plataforma de lanzamiento móvil dificultan su interceptación, lo que otorga a Rusia una ventaja única en la guerra estratégica de medio alcance.

De desplegarse en Venezuela, el sistema colocaría partes del sur de Estados Unidos y el Caribe bajo su potencial de ataque, lo que genera preocupación entre los planificadores de la OTAN y los funcionarios de defensa estadounidenses.

Los analistas advierten que tal medida probablemente provocaría una reacción diplomática negativa e intensificaría las tensiones regionales.

Aunque el Kremlin aún no ha confirmado ningún plan de despliegue en el exterior, los rumores crecientes sugieren que Rusia podría estar explorando nuevas vías para proyectar su poder más allá de Eurasia.